martes, 24 de abril de 2012

Suspiros...

Aún perdura en mi pecho el frío que han dejado tus palabras. Pero no es un frío enemigo, es un frío que estremece mi alma y me gustaría que se quedará aquí encerrado para siempre. Dulces, dulces tus palabras, van dando tumbos por mi memoria, y mira que sucinta fue tu frase, y que largos son sus efectos. Este agradable frío me incita a darle calor, quiero un tierno abrazo, un tierno abrazo solo tuyo. 
Mi habitual mueca se torna en una sonrisa  eginética, o podríamos llamarla simplemente boba. No encuentro la forma de librarme de esta sensación, y aunque placentera, alerta demasiado mis sentidos, y no me deja pensar con claridad, la tengo que evaporar si quiero poder hablar. Enmudezco, no sé qué contestar. ¿Para que estropear tan magnífica frase, perfectamente cohesionada, sublimenente  pronunciada, con más palabras sin sentido? Quedo atónita ante la simple visión de un cielo, de una mirada, de un océano, en tan solo unas pocas palabras. 
El frío se escapa con unos suspiros tiernos lanzados al más allá. 

Cuadro maravilloso: Edward Robert Hughes - Heart of snow

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