miércoles, 18 de abril de 2012

Si tan sólo

-Mi planeta tenía mil lunas. Cada una tenía su propio ciclo lunar y, de noche, el cielo oscuro se llenaba de sonrisas tristes, ojos llorosos y manchas negras resplandecientes. Pero un noche, la más especial para todos los habitantes de mi planeta, sólo por una noche… todas las lunas se volvían plenas, estampando el negro manto con perlas celestiales.

-¿Y no teníais estrellas?

-¡Sí que las teníamos, sí! De vez en cuando veíamos nacer una pequeñísima luz clara en medio de tantas y tantas lunas. Y esa luz… duraba… duraba unos días… semanas… ¡Incluso hubo una que duró un mes entero! Pero la mayoría de las veces ni nos dábamos cuenta. Cosas tan pequeñas… no llamaban la atención de los habitantes… “Con tantas lunas grandes, ¿Por qué nos tendríamos que fijar en algo tan insignificante?” decían… ¡Ay pobres infelices… ¿Quién nos podría haber dicho que un día, un trágico y fatídico día, esa “insignificante” nos iba a destruir?... Si tan sólo hubiéramos prestado un poco más de atención a las pequeñas cosas… Si tan sólo…


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