La eternidad es ese lugar en la mente del futuro, donde el olvido no extiende su negra mano. En la memoria de la gente que respirará cuando tus labios besen la tierra fría. Tus palabras pasaran a voces jóvenes, que puede que no las entiendan o puede que las amen.
Me gustaría pensar que algún día alguien leerá algo de mi puño y letra y se sentirá mejor sabiendo que, tiempo atrás, yo entendí como se siente. Que yo lloré las mismas lágrimas que él derrama. Que yo contuve el dolor en suspiros más largos que los suyos. ¡Pero todo es tan improbable, por no condenar mi ilusión con un imposible! La eternidad solo está destinada a unos cuantos, y me duele pensar que el olvido borrará mis palabras, borrará mis sentimientos y dolor. Que todo los que he perdido, todo por lo que he luchado, todo lo que he amado, plasmado en simples y absurdas palabras, no vaya a servir para nada... En estos momentos, me pregunto de qué sirve vivir. Cuando venga el olvido a llamar a mi puerta, y su esquelético rostro pronuncie mi nombre, todo lo que he sentido quedará en el vacío de su sonrisa.
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